José Heriberto Cota, o “Papo”, como lo llaman sus amigos, es un pescador de Punta Abreojos en Baja California Sur, México, comunidad que se estableció a principios de la década de 1930, con solo 15 personas. Mientras que algunos pescadores de esta comunidad se enfocan a especies de escama, José pesca principalmente especies bentónicas como la langosta roja (Panulirus interruptus y P. inflatus) y abulón (Haliotis fulgens y H. Corrugata). Estos recursos juegan un papel importante en la cultura y economía de Punta Abreojos, tienen una demanda internacional y un alto valor comercial por lo que son exportados a países como Singapur, China, Japón, Estados Unidos y Francia (Cota-Nieto et al., 2015).

José tiene 60 años de edad y es padre de Juan José Cota Jr., nuestro Oficial de Proyectos de Pesquerías en el Centro para la Biodiversidad Marina y la Conservación A.C. (CBMC) en La Paz, México y quien ha sido un miembro clave de nuestra ciencia colaborativa desde 2009. Papo nos ayuda a producir información robusta que ha resultado útil para la comunidad local, tomadores de decisiones gubernamentales y académicos. Tuve el placer de entrevistarlo con su hijo y su nieta sobre su carrera y su participación en nuestro programa de ciencia colaborativa y desarrollo de tecnología pesquera.
¿Podría presentarse y decirnos cómo se hizo pescador?
Mi nombre es José Heriberto Cota Arce y he estado pescando por más de 30 años en la comunidad de Punta Abreojos con la Cooperativa Pesquera que lleva el mismo nombre. Está situada en la costa del Pacífico Norte, se podría decir justo en el centro de la península. Siempre me ha encantado el mar; cuando era pequeño y vivía en Ensenada tenía familia en Abreojos, así que decidí irme de vacaciones de verano. Nunca regresé a Ensenada, eso fue en 1972, cuando tenía 14 años de edad aproximadamente – y así es como comencé mi vida en el mar. Trabajé en la Planta Procesadora de la cooperativa maquilando el abalón y caracol {Astraea undosa}. En esa época había mucha abulón y luego vino el período de comercialización de la langosta para su exportación a Francia; instalaron una planta de procesamiento y me involucré.
Cuando comencé a pescar no había nada como GPS, ni sonares, ni nada de eso; esas cosas han hecho que nuestra vida como pescadores sea más fácil. Por ejemplo, cuando hay nieblina densa, ahora podemos salir y trabajar, más lentamente por supuesto, pero logramos hacer nuestro trabajo. La nueva tecnología es algo que nos ha ayudado mucho.

¿Cómo te sientes con tu hijo, José Cota, como biólogo pesquero en el GCMP?
Mi meta cuando estaba en la escuela secundaria era ser biólogo marino y cuando mi hijo me dijo que quería ser uno, ¡por supuesto, me encantó la idea! Me dije a mí mismo: “Yo no pude hacerlo, pero ahora al menos él lo será.” Él y yo siempre estamos en comunicación; él me pregunta cosas que, naturalmente, nosotros (los pescadores) vivimos día a día. Es más, yo le ayudé con su carrera. De hecho, yo diría que su carrera es casi mía (dice riendo).

La práctica es lo más esencial para acumular experiencia. A veces los biólogos tienen un buen conocimiento de cómo investigar sobre los recursos, pero son los pescadores quienes saben cómo encontrar esos recursos, cuándo y dónde se reproducen y ese tipo de cosas. Ha sido una buena relación. De hecho, ahora tengo conmigo el registro de donde el producto se agrega y en qué mes; eso es lo que todos los pescadores mantenemos con nosotros para guiarnos más o menos. En otras palabras revisamos nuestras bitácoras para averiguar, más o menos, qué fechas pescábamos, cuándo y dónde la pesca estaba mejor.
Todos en la comunidad se han involucrado más con los proyectos, él (Juan José Jr.) tiene una gran ventaja porque es parte de la comunidad, todo el mundo lo apoya. Todos jalamos parejo y nos unimos como un solo equipo.

¿Cuál ha sido su papel en cuanto a involucrarse con la ciencia colaborativa?
Yo soy el capitán de la embarcación, el que mueve el equipo. Traigo el cuaderno con la bitácora para registrar todos los datos que el gobierno pide – todo; el calendario, todo lo que nosotros (los pescadores de la cooperativa) registramos todos los días, cuánto tiempo trabajamos, cuál era la temperatura, cuáles eran los tamaños del producto, etc. Todo este conocimiento se ha utilizado para obtener el apoyo del gobierno; podemos decirles cómo es la situación y lo entienden.
¿Cómo ve el futuro de sus pesquerías locales, es buena la perspectiva?
Creo que la perspectiva es buena. No es que no tengamos problemas, pero ahora estamos mejor preparados para afrontarlos. Entre el monitoreo de los biólogos y nuestro propio equipo de investigación, todo está avanzando. No solo hay más conocimiento, sino también hay mayor producción, poco a poco. La langosta es migratoria y por lo tanto la captura varía de vez en cuando, pero siempre hay. Antes no teníamos tanto conocimiento; hubo un tiempo en que no sabíamos muchas cosas. Por ejemplo, cuando pescábamos el verdillo, también nos dimos cuenta de que en ciertos momentos se agregaban y así pescábamos durante estos tiempos; pero ahora sabemos que cuando se agregan es para desovar y usamos otras estrategias para cuidar nuestros recursos. Pero ni siquiera lo sabíamos antes. Como ustedes saben, hay mucha información ahora en las redes sociales, pero antes había mucha inseguridad. Si las langostas o el abulón comenzaron a morir, por ejemplo, debido a una marea roja, ¡pensamos que el mundo se estaba acabando! Pero ahora sabemos que es una fase, por ejemplo El Niño y que pasará eventualmente.
¿Ha visto algún cambio en la forma en que se practica la pesca como resultado de la incorporación de más conocimiento científico?
Sí hay cambios. Hay cambios muy claros. Los nuevos pescadores a veces toman las cosas demasiado a la ligera, pero los pescadores mayores, los de nosotros que somos mayores, bueno, tenemos otro criterio de cuidado…es como si madurásemos, creo que todos maduran con el tiempo, porque al principio yo era así también. Hice las cosas a la ligera y pensé “no importa, siempre habrá mucho”, pero no es cierto, tenemos que empezar a proteger de abajo hacia arriba para asegurar el futuro de nuestra comunidad.
¿Este conocimiento y sentido de manejo comunitario se ha extendido a otras comunidades?
Eso es difícil. Cada comunidad es única y la mayoría están muy distantes geográficamente. Tenemos nuestra manera de hacer las cosas y ellos tienen la suya. La única manera de difundir el conocimiento sería ir allí y hablar con ellos, y lo hemos hecho, pero una vez que nos vamos no tenemos manera de saber qué hacen para generar ese cambio que necesitamos para poder sobrevivir de manera adecuada.
¿Siempre has sido tan optimista acerca de colaborar con científicos?
Al principio dudaba. Todos dudamos. Por ejemplo con el uso de los trakers GPS, pero con el tiempo, empezamos a ver que podría haber ganancias reales para todos nosotros y el temor comenzó a desaparecer. Dudamos por cuestiones de las coordenadas. Nuestras pesquerías de alto valor (langosta y abuló) viven en rocas y en los mismos lugares y bueno, no sé si lo sabes, pero en la zona que trabajamos todavía existe un gran problema con la pesca ilegal, así que es lo que hemos estado cuidando. Tenemos 3 radares en la playa, y al menos tres barcos que patrullan y pueden responder a cualquier llamado inmediatamente, deteniendo a pescadores furtivos hasta que un inspector del gobierno pueda salir, y ha funcionado muy bien. Las cosas van bien, gracias a Dios, nos ha ido muy bien en esta pesquería.

Autor: Alan Ruiz Berman es Coordinador de Comunicación y Educación en Ciencias en el CBMC en La Paz, México.