Por Alfonsina Arriaga Jiménez y Paola González Vanegas
El Golfo de California forma parte de la región xerofítica templada de Norte América donde se encuentra la mayor diversidad de abejas del continente. Sin embargo, no se sabe con seguridad si las islas tienen su propia diversidad de abejas o comparten las especies con las áreas continentales adyacentes. En los años veinte, investigadores hicieron los primeros registros de abejas en las islas del Golfo, algunas de las cuales aún siguen sin respuesta; por ejemplo: ¿Cuál es la relación de las abejas con la vegetación? ¿hay especies típicas de diferentes islas? ¿cuáles son sus enemigos, sus patrones de anidamiento?
En las islas se pueden encontrar abejas de tamaños medianos o grandes, aunque es más común encontrar abejas de tamaño pequeño. Las de tamaño chico pueden haber sido arrastradas por el viento o transportadas por el mar, como en el caso de las que anidan en troncos de madera. Las abejas de tamaño grande, como las abejas carpinteras (Xylocopa), son tan poderosas y fuertes que podrían atravesar volando del continente a las islas.
Con parte del material colectado por Van Duzee con apoyo de la Academia de Ciencias de California, Cockerell realizó un listado de abejas. Este trabajo es de los más completos sobre la fauna de abejas del Golfo, incluyendo algunas de sus islas. Son pocos los registros para las islas del Golfo de California; sin embargo, hay algunas especies que fueron descritas gracias a las colectas, por ejemplo: Ashmeadiella rhodognata (Megachilidae), y Agapanthinus callophilus (Apidae) de la Isla San José.
Como parte de la expedición científica realizada en noviembre de 2018, se hizo un monitoreo e inventario de la flora y fauna de 14 islas del Golfo de California. Dentro del inventario de insectos se puso particular atención a las abejas, pues es un grupo muy importante para el ecosistema y su muestreo puede realizarse de manera relativamente fácil y estandarizada.
Para muestrear este grupo se usaron dos técnicas: la primera utilizando una red entomológica para capturar abejas sobre las plantas que aún tenían flores; la segunda por medio de “bee bowls”, que son tazones pequeños de color azul y amarillo que atraen a las abejas gracias a su color colocados en el suelo con agua jabonosa. El muestreo se realizó en todas las islas y en diferentes tipos de vegetación, desde matorrales hasta el borde de un volcán en Isla Tortuga. Todo el material colectado fue montado y etiquetado para su posterior identificación, y solo encontramos abejas en 8 de las 14 islas.

Nuestros resultados preliminares indican que Isla Carmen e Isla Cerralvo, ambas de origen geológico diferente, son las islas con mayor número de géneros. Encontramos abejas de diferentes tamaños, desde medianas como Melissodes y Nomia, hasta las diminutas Perdita.


Las abejas del género Melissodes, se conocen como abejas de cuernos largos o “long-horn bees”, pues los machos tienen antenas particularmente largas; son abejas solitarias y anidan en el suelo. Estas emergen muy tarde en el año, cuando las flores de las Asteracea son comunes y abundantes. Muchas especies Melissodes se especializan en recolectar el polen de estas plantas, lo cual puede ocurrir también con las especies de estas islas.
Perdita es la palabra en latín para “perdida”, y se le da este nombre a estas abejas debido a su diminuto tamaño, pues las más pequeñas miden cerca de 0.2 centímetros y las más grandes alcanzan 1 centímetro. La mayoría son especialistas; es decir, colectan polen de grupos específicos de plantas como de cactus, euforbias, tréboles y asteráceas. Son muy comunes en el norte de México, especialmente en las áreas desérticas. Similar a las Melissodes, emergen cuando están las flores sobre las que forrajean, y se piensa que anidan en el suelo, aunque aún no se tiene evidencia de esto.

Las abejas son de suma importancia, pues son el principal grupo de polinizadores, tanto de plantas silvestres como cultivadas, de las cuales dependemos como humanidad. Las abejas en las islas han sido poco estudiadas y conocer las especies que habitan en ellas nos puede ayudar a entender patrones de dispersión, así como las interacciones con plantas que pudieron haberse diversificado en las islas. Para conservar es necesario conocer, y aún tenemos un trabajo por delante para saber más sobre las abejas en las islas, y sobre las plantas de las cuales se alimentan.
Alfonsina Arriaga-Jiménez.
Investigadora posdoctoral en el Instituto de Ecología, A.C. en Xalapa, Veracruz. Sus principales líneas de investigación son la ecología, biogeografía, biología, y conservación de escarabajos coprófagos. También trabaja con ácaros foréticos y abejas, y está interesada en problemas bioculturales como la relación biodiversidad/ lenguas indígenas. Actualmente su trabajo se concentra en las altas montañas de Oaxaca, y en los resultados de la expedición de las Islas del Golfo de California.
Email: alfonsina.arriaga@inecol.mx