Hace un mes, tuve la oportunidad de estar en la reunión de la Sociedad Americana de Pesquerías (AFS, por sus siglas en inglés) en Mazatlán, México. Esta ha sido una etapa ocupada mientras trato de completar un doctorado en ciencias, considero qué sigue después y me preparo ante el prospecto de ser papá (sólo unos meses más). Sin embargo, no pude dejar pasar la oportunidad de colaborar con un estupendo grupo de investigadores de varias instituciones y con una visión verdaderamente interdisciplinaria (http://gocmarineprogram.org/) durante un simposio acerca del estado de los arrecifes rocosos en el Golfo de California.
Es emocionante para los alumnos de posgrado en el extranjero (como yo) volver a casa y encontrarse con una pasión compartida con otros científicos, sin importar su disciplina específica, por abordar y resolver temas acerca de la conservación y sustentabilidad del mar[1]. Aprendí, o recordé, acerca de la importancia de identificar cuáles son y dónde están los principales problemas, y de mirar al pasado para comprender el presente y planear para el futuro. También reafirmé mi opinión de que las acciones positivas pueden llevar tiempo y requieren de un compromiso de trabajo con no-científicos para alcanzar metas como comunidad, incluyendo a las generaciones futuras.
Un tema recurrente durante el simposio, que incluyó un magnífico video, fue la experiencia de Cabo Pulmo, Baja California Sur. Conociendo la región y el campo de la ciencia marina, estaba bien enterado del lugar como ejemplo donde los científicos, pescadores, y finalmente autoridades gubernamentales, habían colaborado para establecer un área marina de no-pesca, tornándose al ecoturismo como actividad económica para la (pequeña) población local. Sin embargo, nunca había hecho tiempo para visitar y bucear ahí, a pesar de leer y oír acerca de los resultados de estas políticas de manejo.
Hace una semana, mi esposa me convenció de tomar una ‘luna de bebé’ (o ‘baby-moon’, como al parecer se le conoce), y nos decidimos por la Baja, donde podríamos alejarnos de la ciudad pero conocer la región para ser precavidos en cuanto a la mamá y bebé. Después de mi reciente experiencia en el simposio, Cabo Pulmo era parada obligada.
Hace más de 20 años tuve mi introducción al mundo submarino cuando mi padre comenzó a enseñarme a bucear con snorkel y a arponear en Guaymas, en la costa de Sonora en el Golfo de California. Puedo atestiguar que la cantidad de peces ha disminuido con el tiempo (y admito haber jugado parte en ello), pero lo que vimos en Cabo Pulmo compite aún con mis primeras memorias en términos de la abundancia y diversidad de vida. Los que ya tengan experiencia ahí pensarán que estoy rezagado pero, habiendo pasado la mayor parte de mi vida explorando el Golfo de California, los inmensos cardúmenes de jurel, cabrillas, pargos y peces perico sin miedo, y los tiburones toro girando silenciosamente alrededor me causaron tanto impresión como confusión. He visto al menos cien costas similares en el Golfo; ¿a dónde se fueron todos los demás peces? Supongo que, como diría Daniel Pauly, “ya nos los comimos a todos.”
Más allá de sacudir mi claramente errónea línea base, Cabo Pulmo y otros lugares donde las políticas basadas en la ciencia (que no sólo incluyen áreas naturales protegidas) han funcionado me dejan optimista. A pesar del largo camino por recorrer, es claro que cada vez hay más gente preocupada con la conservación de nuestros recursos naturales; y más receptiva a proteger algunos lugares a la vez que pescamos responsablemente en otros. En lugares como Cabo Pulmo, la a veces incierta promesa del ecoturismo verdaderamente ha resultado. Así, dado el contexto adecuado, realmente podemos lograr tener nuestros peces y comérnoslos también. El reto a futuro será construir a partir de estos esfuerzos aún pequeños para encontrar soluciones a nivel regional y mundial.
Mientras acompañaba a mi esposa en el snorkel, no pude evitar mirar hacia la pancita. Pronto volveremos y nuestra hija podrá ver un lugar donde las acciones positivas han regresado las manecillas del reloj, y su línea base estará en un mejor lugar que la mía.
[1] Para ver los resúmenes del simposio: http://wdmeeting2014.files.wordpress.com/2014/03/the-state-of-rocky-reefs-in-the-gulf-of-california-how-much-have-we-fished-them-and-how-can-we-recover-their-productivity.pdf
Un cardumen de jureles merodea alrededor de un pequeño arrecife.
Uno de más de una decena (al menos a la vista) de tiburones toro se desliza bajo un cardumen de pargos amarillos. No se permite bucear de noche aquí, esa es su hora de comida.
Selfie con una cabrilla.
Lo mejor es bucear sólo con dos guías locales. Es bueno tener amigos en el área.
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Author:
Andrés Cisneros-Montemayor es un candidato a doctorado en Manejo de Recursos y Estudios Ambientales en la Universidad de British Columbia. Trabaja con la Unidad de Investigación en Economía Pesquera en el UBC Fisheries Centre, especializándose en economía de recursos aplicada con enfoque en los ecosistemas marinos. Estos estudios aplican nuevos modelos teóricos al mundo real, tanto en regiones en desarrollo como desarrolladas incluyendo Argentina (Patagonia), Belice, Canadá, Centroamérica, el Este de Asia, México, los EUA y África Occidental. Andrés tiene grado de licenciatura en Biología Marina y maestría en Economía Pesquera.
Andrés Cisneros-Montemayor is a PhD candidate in Resource Management and Environmental Studies at the University of British Columbia. He works with the Fisheries Economics Research Unit at the UBC Fisheries Centre, specializing in applied natural resource economics with a focus on marine ecosystems. These studies apply novel theoretical models to real-world settings, both in developing and developed regions including Argentina (Patagonia), Belize, Canada, Central America, East Asia, Mexico, the US and West Africa. Andrés holds a BSc in Marine Biology and an MSc in Fisheries Economics.