Curso y prácticas de campo; consiguiendo un espacio en la expedición.
Tomo el primer respiro en la superficie y volteo a ver a mis compañeros de buceo, en eso escucho a Carlos (Dr. Carlos Sánchez) decir: ¿Digan jóvenes, por qué hicimos los transectos a 15 y 5 m, y no a 20 y 10 m? Antes de tener una idea de la respuesta, me inunda la alegría de estar participando en un verdadero curso de monitoreo científico de arrecifes rocosos, con un equipo que lleva haciéndolo más de 15 años. Después de eso comienzan a actuar las primeras neuronas y escucho a Carlos insistir, así que me veo forzado a balbucear una respuesta. Después vendrían Santiago Domínguez y los demás del equipo a alimentar la respuesta y dar claros ejemplos de cómo el hábitat es un factor modelador del protocolo de monitoreo.
La historia comienza en un ambiente muy distinto, las instalaciones de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), en donde recibimos la primera etapa teórica del curso y nos conocimos los 18 participantes del curso. El curso fue cuidadosamente planeado para tener una adecuada combinación de los componentes teóricos y prácticos requeridos. Y para aspirar a lograr un buen desempeño era indispensable tener un buen dominio de las especies que componen los sistemas de arrecifes rocosos del Pacífico Oriental Tropical.
Foto 1. Sesiones teóricas del curso.
Las clases teóricas transcurrieron entre interesantes exposiciones de los diferentes protocolos de evaluación del sistema submareal, amenas discusiones de los aspectos más relevantes del monitoreo científico, la dinámica del trabajo en campo, el uso potencial de las bases de datos del monitoreo y ejemplos de resultados de trabajos que están en proceso. Karol Ulate, estudiante de doctorado, nos compartió los avances de su tesis, que son una clara muestra de los interesantes análisis que se pueden obtener de una serie de datos tan robusta. Entre tanto, Alexandra Sánchez siguió cuidadosamente el desempeño de los estudiantes del grupo de invertebrados, mientras que Ismael Mascareñas hizo lo propio con los de peces.
Llegó el segundo día del curso y se cumplió el plazo, la irremediable hora de presentar el examen final de reconocimiento de las especies. Se proyectaron fotografías de las especies más representativas de este sistema y en cuestión de segundos debíamos anotar el nombre científico. Los instructores llegaron con la firme decisión de poner a prueba las habilidades de identificación de todos nosotros, y para ello se pintan solos, ¡poco faltó para que incluyeran especies endémicas del Indo-Pacífico!
Foto 2. Durante los exámenes finales
Al final caras alegres por el resultado obtenido, pasar la prueba nos aseguró un espacio en las salidas de campo al día siguiente. La preparación del trabajo de campo inició con la cuidadosa y tecnificada elaboración de nuestro tubo de medición de tallas (tubo de pvc con escala métrica), rocket science en su máxima expresión. Ese mismísimo tubo de medición que sería utilizado más tarde como bastón por algunos, como espadas de juguete por otros, e inclusive como guitarra metalera bajo el mar por algún otro (https://www.facebook.com/photo.php?v=10151810146926551&set=vb.684721550&type=2&theater).
Tercer día del curso y primer día de práctica de campo. La cita fue en Marina La Paz y las pangas de la UABCS, Mar III y Mar VIII, tendrían que cargar con montones de equipo y tanques, pero sin duda lo más pesado era la enorme expectativa de todos nosotros por hacer bien las cosas y ser seleccionados para el trabajo de monitoreo de los arrecifes rocosos del Golfo de California. La empresa no era nada sencilla, esta generación de buzos de monitoreo mostraba tener además de talento y capacidad, un chorro de ganas de hacer bien las cosas. Conseguir un espacio en la expedición se veía igual de sencillo que ganarse el gordo de la lotería.
Foto 3. Buzos en espera en la marina
La Práctica de campo
Con la experimentada navegación de José Salgado Winkler, capitán de la Mar VIII, arribamos a San Rafaelito, nuestro primer sitio de buceo de práctica. El objetivo fue correr transectos en un hábitat de bloques, y el instructor nos seguiría como sombra para contrastar al final las especies registradas, las abundancias y sus tallas. Me gusta mucho bucear en el Mar de Cortés, pero sin duda lo primero que disfrute fue la sensación de moverme en el agua con únicamente 3 mm de grosor en el traje de neopreno y en temperaturas mayores a los 12°C, la habitual en Ensenada, Baja California. No recuerdo muy bien cómo me fue en la evaluación de peces en ese primer buceo, lo que recuerdo perfectamente es la sensación de estar buceando en algo parecido a una enorme alberca, con un chorro de especies y con un montón de cuates disfrutando al igual que yo, ¡vaya, que más se puede pedir!
Llegó el gran día de la evaluación final del curso, tercer y último día de buceo de práctica. Aquí se pondrían a prueba la técnica en la aplicación del protocolo de monitoreo, el reconocimiento de las especies, sus abundancias y tallas, y obviamente, la técnica de buceo durante la ejecución. Nos dirigimos a Punta Diablo, y en el ambiente se respiraba cierto nerviosismo mezclado con buena vibra y emoción. Esa sensación bastante disfrutable de cuando sabes que serás exigido al máximo pero que seguramente será una experiencia memorable y que al final todo saldrá bien.
Foto 4. En camino a la evaluación final
Tuve la fortuna de ser parte del equipo que bajó primero, agarramos frescos a los instructores y con ganas aún de ser indulgentes. El primer transecto lo recorrimos sobre bloques, cabezas de coral mayormente, y el segundo entre bloques y otra parte de pared. Al finalizar, algunas recomendaciones de los instructores, pero sobre todo su felicitación. Prueba superada y a la espera de los demás equipos. Fue un buen día de buceo en general para todos, concluimos contentos y satisfechos el curso y al día siguiente los coordinadores nos informarían quienes serían considerados para la campaña de monitoreo. La mañana siguiente recibí la buena noticia y a preparar todo porque logré obtener un espacio dentro del equipo de monitoreo.
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Autor:
Arturo Ramírez-Valdez. Lecturer of Biogeography and Applied Ichthyology to the Facultad de Ciencias Marinas at the Universidad Autonoma de Baja California and research technician at Instituto de Investigaciones Oceanologicas of the same institution. He have a bachelor in Marine Ecology and Master in Science in Coastal Oceanography. He is involved in many projects aimed at recognizing the biodiversity of the rocky shore of the Baja California Peninsula and currently leads the evaluation of the fish community of the kelp forest on the coast and islands of Baja California. Since 2012 collaborates with the Gulf of California Marine Program.
Arturo Ramírez-Valdez. Profesor de asignatura de Biogeografía e Ictiología aplicada en la Facultad de Ciencias Marinas de la Universidad Autónoma de Baja California, y técnico de proyecto en el Instituto de Investigaciones Oceanológicas de la misma institución. Realizó sus estudios en Ecología Marina y la maestría en Oceanografía Costera por la UABC. Participa en diversos proyectos dirigidos a reconocer la biodiversidad de las costas rocosas de Baja California y actualmente coordina la evaluación de peces asociados a los bosques submarinos en la costa e islas de Baja California. Desde 2012 colabora con el Gulf of California Marine Program.
Web page: http://uabc.academia.edu/ArturoRamirez